El Consejo Real se reunía en una cámara que parecía diseñada específicamente para intimidar. Las paredes de piedra negra se alzaban hacia un techo abovedado donde tapices ancestrales colgaban como testigos silenciosos de siglos de intrigas políticas. Isabella había observado desde la galería superior en ocasiones anteriores, pero nunca había visto la mesa circular de roble oscuro tan tensa como esta mañana.
Lord Darius Blackthorne ocupaba su asiento con la elegancia letal de una serpiente esperando el momento perfecto para atacar. Su cabello plateado estaba peinado hacia atrás con precisión militar, y sus ojos grises barrían la habitación con la confianza de alguien que sabía exactamente cómo manejar a los hombres sentados a su alrededor.
"Caballeros," comenzó con voz sedosa, "debemos hablar sobre el futuro de nuestro reino."
Isabe