Valeria
Si alguien pensó que al convertirme en la señora Montero me iba a dedicar a tomar martinis en la piscina mientras esperaba a que Adrián volviera a casa como un buen esposo ficticio… se equivocó de novela. Y de mujer.
No nací para ser florero. No ahora. No después de haber perdido tanto.
Mi nueva rutina no incluye pilates, ni brunch con esposas aburridas que fingen orgasmos emocionales por una cartera nueva. Yo me levanto temprano, me visto con tacones afilados como navajas y entro al edificio de Montero Group como si tuviera sangre azul en las venas… porque de alguna forma, ahora la tengo.
Adrián pensó que iba a quedarme en casa. Sonrió con suficiencia cuando le dije