Ha pasado un mes.
Treinta días en los que el mundo parece haber cambiado de ritmo.
La casa de modas Laveau, antes al borde del colapso, ahora respira con una serenidad casi inquietante. Todo fluye, como si una corriente invisible guiara cada movimiento hacia un destino inevitable.
Amara ha tomado el control absoluto. Ya no hay juntas caóticas ni órdenes confusas. Cada decisión lleva su sello. Camina por los pasillos como una fuerza contenida: el sonido de sus tacones se mezcla con el murmullo de las máquinas de coser, con el eco del poder. Su voz, calma, precisa, envolvente, se ha vuelto ley dentro de esos muros.
Los empleados la observan con una mezcla de respeto y miedo. Porque todos saben que bajo esa serenidad se esconde fuego. Y que cuando Amara decide algo, el mundo se mueve o se quiebra.
El edificio entero vibra con actividad Se acerca la Cumbre de las Modas Internacionales, en París. El evento más codiciado del año. Luces, cámaras, millones en contratos, y la oportunidad