C13-¿PODRÍAS QUEDARTE CONMIGO?
Los días habían pasado como un torbellino y Gianna, aunque todavía frágil, se veía transformada. La ropa limpia y elegante que Henry había comprado la hacía parecer otra persona; pantalones suaves, una blusa de seda clara y el cabello recogido de manera simple. Ya no era la muchacha cubierta de golpes y miedo, ahora podía mirarse al espejo sin sentir que veía a una extraña.
Esa tarde, estaba sentada en la sala junto a Henry. Él le contaba algo con tono conspirador, exagerando gestos para arrancarle una risa y ella no pudo evitar sonreír y soltar una carcajada, la primera en mucho tiempo.
Entonces la puerta se abrió y Adler entró.
El silencio cayó como un peso. Sus ojos fríos se clavaron en la escena, en la sonrisa de Gianna y sobre todo en la expresión demasiado relajada de su asistente.
—Henry —su voz fue un filo—, encárgate de revisar los informes financieros de Viena. Ahora.
El asistente se levantó de inmediato, incómodo, e hizo una leve reverencia a