“¿Qué harías si de pronto descubres que no solo rompiste un corazón… sino que dejaste tres latiendo sin saberlo?”

Emily

—Valeria, ¿estás segura que esto no parece una película de bajo presupuesto? —pregunté mientras luchaba con el triple cochecito, los biberones, las mantas, y mi dignidad.

—Emily, te ves como una madre radiante y poderosa. Como Beyoncé, pero con tres bebés y menos brillo.

—Gracias, justo lo que necesitaba: sentirme como Beyoncé con ojeras y vómito en la blusa.

—Y no olvides el babero mordido que llevas colgando —añadió Valeria con una sonrisa burlona—. Ahora, ve. Lúcete. Rompe corazones. Y no olvides grabarle la cara.

Respiré profundo. El parque estaba tranquilo. El sol madrileño filtraba su luz entre los árboles, y el canto de los pájaros parecía una banda sonora escrita a propósito.

Y ahí estaba él. Albert. De pie junto a la fuente central. Con su chaqueta oscura, sus gafas de sol, y ese aire de CEO torturado por el destino. Se giró al verme… y entonces me vio compl