Emily
La caja estaba justo frente a su puerta.
Pequeña, perfectamente envuelta en papel gris, sin remitente. Emily miró a ambos lados del pasillo antes de agacharse para recogerla. Al abrirla, encontró algo inquietante: una nota escrita a mano, con una caligrafía elegante y segura.
“Recuerda tu lugar. Lo que comienza como un juego, puede acabar en ruina. —H”
Emily tragó saliva.
No había duda.
En su apartamento Helena se dejó caer en el sofá sin quitarse siquiera los tacones. Era tarde, acababa de volver de la oficina y fingir que todo estaba bien mientras Albert seguía distante. El recuerdo de su última noche juntos —esa mezcla de pasión, ternura y promesas— todavía ardía en su piel. De eso habían pasado muchos años, pero desde entonces, silencio. Ausencia. Y ahora, esta advertencia. No iba a permitir que las. Las cosas se arruinaran ella podía volver a recuperarlo aunque fuera a la fuerza.
—Perfecto —murmuró con sarcasmo Emily—. La bruja gótica ha entrado oficialmente en modo psicópa