Con miras a tratar de obtener el mayor provecho de la lectura, Aileen decidió hacerla utilizando toda la baraja. Mientras colocaba las cartas sobre un paño negro, previamente extendido sobre la mesa de centro de la sala, fue consciente de la expresión divertida de Marize. Aunque parecía tratar de disimularlo, la poca credibilidad de la rubia en las catas del tarot era evidente. Llegó a la conclusión de tenerla al frente solo por su deseo de querer colaborarle a Pablo en la solución del misterio. Pero así mismo, había notado cierta actitud en ella, algunos minutos antes, que la puso a pensar: parecía haberse comportado como una mujer interesada en el joven escritor, pero no solamente en su amistad o en como a alguien a quien debía ayudar, sino como hombre con quien podría tener una relación especial. No podría estar totalmente segura, pero sabía que aquel comportamiento no era el de una simple amiga. ¿Pero acaso no estaba Marize saliendo con Tomás? Sin, embargo recordó lo dicho po