Se sorprendió a si misma al darse cuenta de que había logrado desconectarse de todo. Un par de horas de sueño fueron la respuesta a la reunión entre su agotamiento físico y su agotamiento mental. El sofá de la acogedora sala podría llegar a ser más cómodo que la cama de su habitación, y esa tarde no había sido la excepción. Despertó sintiéndose totalmente confundida. No podía creer cómo, el día que había empezado con la idea de solucionar los problemas con su hermana y su vecino, se hubiese convertido en ese desastre. Caminó hasta la cocina en procura de algo de beber. Debía calmar su sed para poder pensar. Se sirvió un poco de jugo de naranja y se quedó parada al lado de la ventana desde donde se alcanzaba a divisar el borde del acantilado. Le pareció estar viviendo el día más largo de su vida, y seguramente el más sufrido de todos, y aunque había logrado escapar de la estación, le sería imposible respirar tranquila mientras su hermana estuviera privada de la libertad. Era con