Después de haberla llevado hasta su casa, siendo un poco más de las cinco de la tarde, y de haberle ofrecido su compañía en caso de ella considerarlo necesario, la cual, afortunadamente para sus intereses había sido rechazada con la disculpa de querer darse un baño y descansar antes de subir a prender la luz del faro, Pablo llegó a su nueva vivienda y lo primero que hizo fue servirse un vaso de whisky en las rocas. Se sentó en la única poltrona del estudio y mientras miraba los veleros que, aun a esa hora navegaban las aguas de la bahía, se puso como objetivo sacar a las gemelas de su mente, aunque fuera por el resto del día. Marize había quedado de recogerlo a las seis, lo cual le daba poco menos de una hora para tomar una ducha y alistarse para ir a cenar en compañía de la hermosa rubia. Era consciente de la imposibilidad de hacer algo más por las gemelas, al menos en lo que quedaba del día. Aunque le pareció injusto el estar ad portas de disfrutar de una cena, en el mejor r