Aileen no quiso referirse al tema hasta cuando no se encontraron sentados, con sendos helados en sus manos, esperando por la llegada de Martín. Era evidente: Pablo no se había dado cuenta de la suplantación. Era mejor así, entre menos gente estuviese enterada sería más seguro, aunque se sentía mal por encontrarse nuevamente en la situación vivida unos días antes, cuando el nuevo vecino no tenía idea de con quien estaba tratando realmente. Pensó que todo se basaba en el grado de confianza que tanto ella como su hermana le pudiesen tener, y aunque creía estar tratando con una persona buena, lo mejor era no apresurarse en sus conclusiones. Por la demora de Martín, lo imaginó conversando aun con el teniente, por lo que decidió aprovechar el tiempo para compartir con el joven escritor los detalles de su visita a la estación, excluyendo de su relato todo lo relacionado con el cambio de identidades. Bastaron cinco minutos para terminar con el helado y así mismo con los pormenores de lo suce