“El proceso era lento y perezoso, el sol ecuatorial los castigaba con la fuerza del medio día, pero habían tardado demasiado en llegar, no podrían ausentarse sin antes haber sido testigos de una de las obras más destacadas de la ingeniería moderna. El agua llenaba las esclusas con la misma prisa de un juego de baseball. El buque petrolero parecía querer tocar las paredes del angosto canal a medida que iba ganando altura. Unos minutos más tarde estaría continuando su travesía hacia el Atlántico y el grupo de pacientes turistas sentirían la dicha de haber presenciado el espectáculo que no todos llegaban a disfrutar. Marize acarició el cuello de su novio con su mano libre; en la otra llevaba bolsas llenas de suvenires adquiridos esa mañana en las tiendas del canal. Panamá parecía ser el mejor sitio para ir de compras… “ Fue cuando Pablo sintió a alguien tocando a la puerta. No esperaba la visita de nadie. Dejó de escribir, se puso de pie, y acompañado por el calor de las tres de la