Aileen escuchó los ruidos provenientes de la cocina; se trataba de Aikaterina preparando su desayuno. Así mismo habían llegado hasta sus oídos los sonidos de la ducha cuando su hermana estaba en la ducha, algunos minutos antes. Era una suerte el no compartir habitación, de lo contrario el ruido hubiese sido insoportable. Afortunadamente era el turno de su hermana para apagar el faro, y cuando la escuchó salir se dio la vuelta y siguió durmiendo. Horas más tarde se volvió a despertar, y cuando miró el reloj, este indicaba pocos minutos antes de las nueve. Prefirió ducharse antes de desayunar. Había sido una noche sin brisa y el calor no la había querido abandonar. Al sentarse a desayunar decidió no pasar de ese día sin hablar con Aikaterina; enfrentarla se hacía impostergable. Si estaba pensando en aclarar las cosas, debería hacerlo primero con ella y después con su vecino. La buscó por toda la casa y al no encontrarla supuso ser el pueblo el sitio a donde se habría marchado.