Le molestó escuchar el timbre de la puerta o el sonido asumido por él como el timbre de la puerta, sabiendo como nunca, desde su llegada a su nueva vivienda, persona alguna había llegado a timbrar. ¿Por qué llegaban a interrumpirlo cuando finalmente había logrado concentrarse en la escritura de las nuevas aventuras de Marize por Suramérica? Las ideas comenzaban a fluirle gracias a tener en un rincón de su mente la idea de reunirse con ella al día siguiente; se vería con la Marize canadiense de carne y hueso. Pero ahora venía quien sabe qué persona a interrumpir su trabajo y su concentración. Se levantó de su cómoda silla y caminó rápidamente hasta el pedazo de madera blanca encargado de separarlo de quien venía a molestarlo. Sin embargo, no hubiera podido sentirse mejor al encontrar ante sus ojos la inmensa sonrisa de la muchacha que tanto había llamado su atención, y quien había ocupado gran parte de sus pensamientos desde cuando la había conocido. Su sonrisa no se hizo esperar, pe