Capítulo 975
Martina alzó la vista: Salvador venía a paso firme hacia ellos. Ante el acoso de Vicente, la sangre le hirvió y le gritó:

—¡Llegaste!

—Ajá. —Un destello de sorpresa cruzó los ojos de Salvador, pero enseguida se plantó frente a ellos. Sujetó la muñeca de Vicente y pronunció cada sílaba con firmeza—: Te lo repito: suéltala. No me hagas decirlo una tercera vez; no tengo buen carácter y terminaré a los golpes.

—¿Qué…? —Vicente parpadeó, confundido; miró a Salvador y luego a Martina—. ¿Ustedes…?

Se volvió hacia ella:

—¿Vino por ti?

Martina asintió con un leve temblor.

—Sí.

El pecho de Vicente se vació de aire.

—¿Qué… qué son ustedes?

—Je. —Salvador soltó una risa seca—. Hombre y mujer; usa la imaginación.

—¡Salvador! —Martina lo interrumpió, temiendo que su lengua ácida empeorara todo, y lo jaló para ponerlo detrás de ella. Se volvió hacia Vicente—: Sea lo que sea, es asunto mío. No tienes derecho a preguntar.

No dio más explicaciones, pero Vicente tuvo un mal presentimiento.

¿Quién era Sal
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