—Mira, qué sincronización —murmuró, contenta, levantando la mano para saludar—. ¡Vi…!
El resto de la palabra se atascó en su garganta.
Detrás de Vicente, salió una mujer pequeña y delicada, con un vestido muy femenino y una melena larga que se movía con la brisa.
Tal vez porque Vicente caminaba demasiado aprisa, ella no le seguía el paso. Frunció el ceño mientras, entre risas, se quejaba:
—Oye, ve más despacio.
—Perdón —se disculpó él, deteniéndose de inmediato—. Caminaba sin darme cuenta.
—No pasa nada —dijo ella, tomando su brazo con un gesto dulce—, pero no me dejes atrás, ¿sí?
—Está bien.
Vicente sonrió y le cargó la bolsa.
Juntos siguieron avanzando.
Martina sintió un golpe eléctrico que la dejó clavada en el piso. Veía a la pareja acercarse y ellos, enfilados hacia ella, no podían evitar el encuentro.
Chocaron de frente, sin escapatoria posible.
Vicente levantó la mirada y la vio.
Se detuvo en seco y su ceño se frunció al encontrarse con los ojos de Martina.
—Marti…
El sobresalto