Luciana vio las fotos con absoluta calma.
—No están mal, ¿verdad? Hasta salgo fotogénica. A Alejandro le falta un poquito…
—¿Me estás tomando el pelo? —Los ojos de Martina se abrieron como platos—. ¿Te das cuenta? En menos de una hora todo Muonio sabrá que eres “la mujer de Alejandro”.
—Sí, lo sé.
Dejó el teléfono sobre la mesa; todo ocurría según lo previsto.
—En una hora, ya difundido por Muonio, él mandará bajar la tendencia. Marti, escúchame…
Con voz reposada, Luciana le relató lo sucedido. Los antecedentes Martina ya los conocía.
—…
Al terminar, Martina parecía más aturdida que exaltada.
—Así que, después de anoche, pasó todo eso…
Cuando el desconcierto cedió, le brotó la indignación.
—¿Alejandro se volvió loco? ¿La exesposa convertida en amante? ¡Qué retorcido!
Luciana soltó una risa helada.
—La verdad, lo imaginé desde que regresé. Muonio es su territorio; en cuanto pisara esta ciudad, no iba a poder esquivarlo.
Alejandro no tolera que lo engañen. Creí que, con tantas mujeres a