Capítulo 866
Alejandro supo que ella se había asustado. Y eso, en cierto modo, le pareció un alivio: al menos no seguiría adentrándose sin freno en la boca del lobo.

Cuando concluyó el tiempo de la sesión, Luciana fue retirando las agujas una a una.

—Señor Guzmán, por favor descanse. Con su permiso, me retiro —Guardó su estuche y se levantó.

—Doctora Herrera… —Alejandro la llamó con un tono inesperado, atrapándola de nuevo por la muñeca.

—¿Sí? —contestó Luciana, incómoda al sentir esa mano que la sujetaba—. ¿Necesita algo más?

Alejandro abrió la boca, pero al notar la resistencia de ella, se contuvo. Al final, la soltó:

—Nada…

—Entonces me voy.

Luciana prácticamente huyó de la habitación. Alejandro esbozó una sonrisa amarga. ¿De verdad lo rechazaba tanto? Tenía sentido: si no hubiera sido así, tres años atrás no habría decidido marcharse. Incluso ahora, viviendo bajo el mismo techo, sabiendo que en Muonio no había casi nada que él no pudiera lograr, prefería arriesgarse con Adrián antes que pedirle
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