—¿Qué…?
Ella frunció el ceño, intentando soltarse.
—No te entiendo. ¿A qué te refieres?
—¿No entiendes?
Alejandro soltó una carcajada seca y no aflojó la mano.
—De acuerdo, refresco tu memoria: esta tarde, en Serenity Haven, te vi con Adrián.
¿Estuvo en Serenity Haven? Luciana palideció un poco, pero su voz se mantuvo firme:
—Sí, me viste. ¿Y qué con eso?
—“¿Y qué con eso?”
Alejandro rió con sorna.
—¿Quién crees que conoce mejor a Adrián, tú o yo?
Luciana tragó saliva. No hacía falta pensarlo mucho. En Muonio, todos los ricos y poderosos se relacionaban entre sí. Y si Alejandro sabía algo, probablemente ya imaginaba sus intenciones.
—¿Qué es lo que planeas realmente?
El agarre de Alejandro se endureció. La jaló con tal fuerza que ella quedó prácticamente pegada a su pecho desnudo y aún húmedo. Como siempre, a él no le gustaba secarse del todo. Las gotas de agua atravesaron la tela ligera de la blusa de Luciana, rozando su piel y provocándole un súbito escalofrío que le encendió la resp