Por desgracia, ni siquiera una niña pequeña se creyó esa mentira. El semblante de Luciana empeoró por momentos, hasta que perdió fuerzas y se dejó caer al suelo, tratando de soportar el dolor.
—¡Mamá!
Alba se asustó tanto que rompió a llorar, aferrándose a su madre.
—¡No te enfermes, mamá! ¡No te vayas…!
Eran solo ellas dos, sin ningún otro apoyo cercano. Normalmente no pasaba nada, pero ahora… bastaba un contratiempo para que su situación pareciera realmente indefensa.
—Alba… —Luciana quiso calmarla, pero el dolor la dejaba sin aliento. Terminó encorvada sobre sí misma, rezando para que aquella agonía pasara pronto.
—¿Por qué me duele tanto esta vez?
En su desesperación, un ruido en la sala le devolvió la esperanza.
—¡Tío!
Alba, sobresaltada, se incorporó y echó a correr hacia la puerta antes de que Luciana pudiera detenerla.
—“¿Tío?” —murmuró Luciana, aturdida.
¿Acaso era Alejandro? Pero se supone que estaba en el evento con Juana… ¿Cómo habría llegado hasta allí?
—¡Tío!
La niña corr