Sin embargo, le vino otra persona a la mente: Rosa.
Tres años atrás, Luciana ya sospechaba que Rosa sentía algo por Alejandro. Jamás imaginó que, tras todo ese tiempo, ellos siguieran en contacto… y que, al parecer, ahora fueran más cercanos que antes.
“Vaya.”
No pudo evitar sonreír con un matiz de sorpresa. Era curioso saber que al final, Alejandro no había terminado con Mónica, pero sí parecía estar rodeado de nuevas conquistas.
Al menos, después de tres años, los dos habían seguido adelante con sus vidas.
Eso significaba que tal vez él ya no volvería a complicarle las cosas.
Había ciertos asuntos que ella también podía dejar pasar, sin tener que preocuparse ni sentirse atada.
***
A la mañana siguiente, Luciana seguía dormida.
—¡Mamá, mamá!
Medio adormilada, abrió los ojos y vio a Alba sentada junto a la cama, mirándola con impaciencia.
—Hola, mi niña… —Musitó Luciana mientras se desperezaba. Se incorporó y la tomó en brazos—. ¿Ya estás despierta?
—Sí —Alba se inclinó hacia ella y ex