—Mm… —Alba asintió con un puchero.
Madre e hija se quedaron abrazadas y llorando juntas, mientras los otros tres ocupantes de la sala se hallaban en una especie de shock. Habían pasado tres años y, con tan solo un vistazo, tanto Alejandro como los demás reconocieron a Luciana al instante.
Comparada con la de hace tres años, Luciana parecía casi la misma. Solo llevaba el cabello mucho más corto (antes lo tenía hasta la cintura, ahora apenas le cubría las orejas). Ese cambio le daba un aire más ligero y transmitía cierta frialdad distante.
Fuera de eso, era la misma mujer: el embarazo no había dejado rastro en su cuerpo esbelto, y su porte seguía siendo impecable.
Lo más impactante no era su apariencia, sino el hecho de que estuviera allí, de regreso en Muonio, después de desaparecer sin dejar rastro. ¿Cómo volvió? ¿Cuánto tiempo llevaba?
Luisa y Rosa se miraron de reojo, y luego posaron la vista en Alejandro, quien permanecía de pie, erguido y con la expresión impasible. Sus ojos, liger