—¿En serio?
—Sí, de verdad. Estoy a punto de llegar. No te angusties.
—Bien, manejen con cuidado.
Al colgar, Luciana no pudo reprimir una sonrisa, lo que no pasó desapercibido para Martina, quien la miró con picardía:
—Vaya, el señor Guzmán te tiene como un barómetro de emociones. Por esa cara veo que… ¿sí? ¿Ya viene?
—Sí, está en camino. Dice que llega pronto.
—Menos mal. Pedro se iría más tranquilo si ve a su cuñado.
***
Mientras tanto, en la carretera que conducía al aeropuerto, Alejandro colgó y se dirigió a su chofer:
—¡Acelera todo lo que puedas!
—Sí, señor Guzmán.
Pero el destino tenía otros planes. De pronto, el chofer tuvo que frenar de golpe, lanzando a Alejandro contra el respaldo del asiento.
—¿Qué sucede? —gruñó él, sin ocultar su irritación.
—Disculpe, señor Guzmán… —el hombre transpiraba de los nervios—. Creo que hubo un choque. Al parecer, un tráiler se estrelló contra un autobús.
De hecho, se veía la zona del accidente delante de ellos. El camión y el autobús estaban a