—¿Señor Guzmán? —contestó la voz por el altavoz.
—Por favor, que entre alguien a limpiar. Y avisen a las enfermeras, ya pueden ingresar para continuar el tratamiento.
—De acuerdo, señor Guzmán.
Mónica alzó la vista, mirándolo con un deje de ansiedad:
—Alex… ¿has estado muy ocupado últimamente? Casi no vienes… ya no es como antes, que venías todos los días. A veces pasan dos o tres días sin verte…
Alejandro guardó silencio unos segundos, recordando a Luciana que lo esperaba afuera.
—He tenido varios asuntos que atender. Pero no pienses mal, no voy a dejarte tirada. Colabora con los doctores y sanarás más rápido.
Cualquier otra conversación sería demasiado complicada en ese momento. Mónica tenía el ánimo frágil, y si se alteraba, su condición podía empeorar.
Recibió la dosis de medicamento, que incluía un sedante leve. En cuestión de minutos, Mónica quedó medio adormilada.
Alejandro se levantó con cuidado, dándole instrucciones a la enfermera:
—Por favor, vigílenla bien.
—No se preocupe,