—¿Eh? —murmuró, mirando su celular—. ¿Entonces no es aquí?
De pronto, sintió que quizá lo había malinterpretado todo. Enzo le sonrió con cortesía, como si quisiera mostrar que no deseaba problemas, y eso llevó a Alejandro a preguntarse de dónde había salido ese hombre.
—¿Será un contacto nuevo de Luciana? ¿Qué relación tienen?
En ese momento, Luciana salió con una compañera.
—Señor Enzo Hernández, ella es la persona de la que le hablé.
—Encantado —respondió Enzo en un francés vacilante, pero suficiente para sostener una pequeña charla. Después de intercambiar unas palabras, él y la estudiante entraron de nuevo al Mirador, mientras Luciana se quedó afuera. Alejandro lo comprendió al fin: Luciana solo estaba haciendo de intermediaria, ayudando a Enzo a contactar a su traductora. Su “misión” había terminado y ahora se disponía a dirigirse a Windy Vista.
Sintiendo culpa por su arrebato, Alejandro siguió a Luciana en silencio, esperando encontrar el momento de disculparse. La oportunidad ll