Por su mente pasaron fugaces recuerdos de hace mucho tiempo.
Era la época en que Alejandro, todavía muy joven, había sufrido un accidente automovilístico que lo dejó temporalmente ciego. Miguel contrató a los mejores médicos del mundo, pero ninguno podía asegurar que volvería a ver. Frente a la posibilidad de vivir para siempre en la oscuridad, Alejandro, lleno de rabia y frustración, se negaba a comunicarse con nadie que no fuera su abuelo. Desahogaba su ira en cuidadores y personal doméstico, y ningún psicólogo lograba que se abriera. Ante aquella situación, Miguel lo llevó a una villa en las afueras, con la esperanza de que la naturaleza y la tranquilidad lo ayudaran a sobrellevar su depresión. Fue en ese momento cuando apareció “Mariposita.”
La casa de “Mariposita” colindaba con la de la familia Guzmán; en realidad, eran vecinas y los jardines estaban conectados. La primera vez que se encontraron, “Mariposita” vio a Alejandro sentado al aire libre, contemplando el cielo bajo la llu