Capítulo 356
Isla Minia, siendo un destino turístico, estaba repleta de hoteles y hostales pequeños.

Sacó las llaves del auto y se las dio a uno de los guardias:

—Te encargo que me traigas el coche.

—Sí, señor Guzmán —respondió el guardia, con toda formalidad, y fue en dirección al estacionamiento.

Sin embargo, al dar apenas unos pasos, el guardia se detuvo en seco, nervioso:

—Señora Guzmán…

Luciana apareció sosteniendo un paraguas, esbozando una ligera sonrisa. El guardia, en su mente, solo pensaba: «¡Vaya día! ¿La esposa oficial viniendo a descubrir al amante en pleno acto? ¡Y yo en medio…!»

—Hola —lo saludó Luciana con una voz suave, antes de dirigir la mirada a Alejandro.

En ese instante, Alejandro sintió un escalofrío que le erizó la piel, y sus palabras se atascaron en su garganta.

—Lu… Luciana…

Ella dedicó una mirada fugaz a Mónica, que seguía casi inconsciente en los brazos de Alejandro, y esbozó una sonrisa casi imperceptible.

—¿Estás sacando el auto? ¿A dónde pensabas llevarla?

Alejandro,
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