Cuando Luciana volvió de la llamada, encontró a Martina otra vez ida.
—¿Marti? ¿Qué mirabas?
—¿Eh? —Martina regresó de su mundo y la fulminó con cariño—. ¿A dónde te fuiste? Me diste la espalda y desapareciste.
—Perdón —Luciana alzó el celular con una sonrisa—. Alba despertó, no me vio y se puso quisquillosa. La tiene Alejandro muy consentida.
Luego le echó un ojo a la cintura de Martina, no resistió y le pellizcó un poco.
—Esa cintura… —chistó—. Te quedaste en los huesos. Este era el talle más pequeño y aun así te queda suelto.
—¿Envidia?
—¿Envidia? ¡Pura envidia mortal!
Salieron entre risas.
—¿Vas a ir por Alba?
—No hace falta —negó Luciana—. Su papá la traerá. Primero te llevo a elegir caballo y a buscar un instructor.
—¿Y no se enojará? ¿No dirá que le robé a su mamá?
—Pues te peleas con ella.
—Jajá…
Fueron a la zona de selección. Allí se cruzaron con Salvador, que estaba con la misma chica de la mañana, eligiendo montas.
Alcanzaron a oírlo decirle, en voz baja:
—Este es más pequeñ