Capítulo 1610
—Ugh…

Salvador sostenía el bote de basura a su lado. Cuando Martina terminó de vomitar, le acercó agua para enjuagarse, le limpió la cara y dejó todo impecable. La enfermera estaba allí, pero de adorno.

—Señor Morán, yo me encargo —dijo ella.

—No —Salvador hizo un gesto—. Deje el cuarto en orden. A mi esposa la cuido yo.

—De acuerdo, señor.

Él le tocó la mejilla, un poco fría.

—¿Cómo vas? Si te sientes muy mal, llamo al doctor. No te aguantes.

—Ya pasó —sonrió débil, pálida—. Vomitar es lo peor; después estoy mejor.

—Abre la boca.

—Ah.

Le puso un dulce de fruta en los labios. Martina lo saboreó con los ojos entrecerrados.

—Qué rico.

Era ácido y dulce, más cargado a lo ácido, justo lo que su estómago toleraba en ese momento.

Tocaron la puerta. Luciana asomó la cabeza y entró.

—¿Luci? —se extrañó Martina—. ¿Otra vez por aquí?

—¿No me quieres ver? —bromeó Luciana, fingiendo enojo.

—Claro que sí —dijo Martina. Se sorprendía porque, desde la mañana, ya habían pasado a verla todos.

—Vine a b
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