A primera hora, el médico pasó visita.
—Va bastante bien; mejor de lo previsto.
—Al terminar este ciclo, haremos nuevos estudios. Si los resultados acompañan, definimos si vamos a cirugía.
—De acuerdo. Gracias, doctor.
Luego, aprovechando el rato de tratamiento de Martina, llamó a Salvador a su despacho.
—En los próximos días, su esposa podría presentar algunos síntomas. Quería avisarle para que esté preparado…
Salvador se puso tenso y asintió.
—Sí, doctor. Dígame.
***
Tras varios días de quimio, Laura avisó que iría a relevar a Salvador un par de jornadas; él se negó.
—No es que no te deje cuidarla —dijo Laura—, pero tú tampoco eres de hierro. Por Martina, tienes que ver por tu cuerpo.
—Lo sé, mamá —respondió él sin ceder—. Por ahora estoy bien. Solo… quiero estar con Martina todo lo que pueda. Déjeme hacerlo. Si de verdad no puedo más, se lo digo.
Laura se quedó sin palabras. Había tenido sus reproches contra él, pero al verlo así, también se conmovió.
—Está bien. Pero si te cansas,