A la peque se le hizo un nudo y, tras pensar un buen rato, no se resignó:
—Papá, ¿tú y mamá no pueden volver?
Ella todavía quería lo de antes: estar con los dos a la vez.
Alejandro soltó un suspiro bajito. No sabía cómo contestarle. Si hubiera sido posible, él habría querido más que nadie regresar a ese tiempo.
—Alba, tenemos que respetar lo que mamá decida. Mamá ahora tiene a alguien —dijo con cuidado—. Y como tú la quieres tanto, también quieres que sea feliz, ¿verdad?
¿“Tiene a alguien”? Alba no entendió “pareja”. Abrió grande los ojos, confundida.
Alejandro se corrigió:
—¿Te acuerdas del tío Fer, Fernando?
—¿El tío Fer? —Alba parpadeó y asintió—. A Alba le gusta el tío Fer.
Alejandro se quedó callado un segundo; el corazón de papá le tiró hacia abajo.
—¿Y te gusta más el tío Fer o tu papá?
—¡A papá! —respondió sin pensarlo.
Se le escapó la sonrisa hasta las orejas. Era su niña, su “algodoncito”.
No olvidó el tema:
—Mamá, tal vez, esté con el tío Fer. Él es una buena persona y cuida