Lucy se quedó pasmada un momento y, tras un largo suspiro, habló al fin:
—Luci, ¿te gustaría… escuchar lo que pasó entre él y yo?
Siempre se lo había callado, porque su hija rechazaba de plano oírla. Además, lo suyo con Enzo no era nada honroso. Por más explicaciones que diera, a ojos de su hija sonarían a excusas.
—¿Eh? —Luciana se desconcertó, sin entender del todo.“¿Será que Enzo… también tuvo algún motivo que no podía evitar?”
—No vengo a defenderlo; Enzo no es ningún santo —sonrió con amargura—. Si decidió terminar conmigo en su día, no debió arrepentirse. En esta vida no existe la “pastilla del arrepentimiento”. Pero fue a Ciudad Muonio, me vio… y al volver a Toronto le pidió a la familia de Carolina Romero cancelar el compromiso.
—¿Cancelar el compromiso? —Luciana frunció el ceño—. Entonces, ¿por qué terminaron casándose?
—Porque Carolina no quiso. No aceptó romperlo. Ella… —Lucy titubeó, incómoda de tocar un tema tan sórdido— le hizo a Enzo ciertas jugadas, demasiado bajas… Pre