—De acuerdo.
Salvador no dijo más; se puso algo encima, le acarició la cara a Martina.
—Espera, ¿sí? Tu esposo va y te consigue.
—¿No será mucha molestia? Si es lío, lo dejamos.
—Nada de lío. Si mi esposa quiere snacks, ¿cómo no complacerla? Aguárdame.
***
Salvador fue a buscar a su hermano Santiago Morán.
Santiago lo miró con cara dura, claramente fastidiado.
—Santiago —soltó Salvador con una sonrisa traviesa—, no me mires así. ¿Te interrumpí? ¿Tú y Emilia… están pensando en el tercero?
Como Santiago no respondía, Salvador siguió hablando solo:
—Perdón, de verdad. Es rápido. Ya me voy…
Al momento, Emilia Morán salió con una bolsa.
—Salva, mira —dijo, levantándola—. ¿Con todo esto alcanza?
Santiago le echó un vistazo y bufó, frío:
—Mejor dale todo el mueble de las chucherías y que se lo lleve de una vez.
—¿Se puede? —los ojos de Salvador brillaron—. ¡Si me lo llevo, mejor! Gracias, Santiago.
Santiago lo fulminó con la mirada. “¿No piensas irte ya?”
—Ya, ya —Emilia se rió, les pasó la b