—Come un poco más.
Salvador le acarició la cara a Martina. —Comparado con la primera vez que te vi, esta carita está mucho más delgada.
Recordó en voz alta:
—Entonces tenías las mejillas redonditas, como un panecito. Eras lindísima.
Martina se quedó muda. “¿No se fijó en mí porque me parecía a Estella Moretti? Luci lo dijo, y yo también lo sé: cuando adelgazo me le parezco más.”
—¿Qué pasa? —Salvador notó su distracción—. ¿Te atoraste?
—No… —Martina negó y lo miró de reojo—. ¿Te gusto con la carita redonda?
—Claro —asintió sin pensarlo—. Se veía suavecita. Lástima que entonces no podía tocarla.
—Oh…
Martina sonrió leve; algo tibio le creció en el pecho.
—¿Terminaste? —Salvador le tendió la mano—. Ven. Tu esposo te lleva a cepillarte.
—Sí…
***
Como seguían en luna de miel, al día siguiente Salvador llevó a Martina a Isla Minia; quedarse demasiado en casa de los Morán podía incomodarla. Fueron al muelle y tomaron el ferry.
—Señor Morán, ¿no tienes yate privado? —lo picó ella.
—¿Quién dec