Bajo la luz de la farola, Luciana vio a Enzo y apartó la mirada en seguida. Caminó directo hasta el portón de la villa como si no lo conociera.
—Luciana.
La sonrisa de Enzo se desarmó. Aceleró el paso y se plantó frente a ella.
—Luciana, tú…
Vaciló un segundo y preguntó:
—¿Tu mamá… te buscó?
“Mamá.” Luciana lo miró de golpe, pero habló con una calma que sonó a recordatorio:
—Mi mamá murió hace muchos años.
Enzo se tensó; la cara se le ensombreció. Entendió de golpe por qué Lucy había caído así al volver a casa.
—No puedes hablar así de tu madre —frunció el ceño—. Ella…
—Qué fastidio —Luciana negó con la cabeza—. ¿No lo dejé claro hoy? Les pedí que no me buscaran. ¿Y el resultado? Primero uno, luego el otro… ¿por qué insisten en meterse en mi vida?
Aun rechazándolo, había algo raro: estaba demasiado tranquila. Enzo la observó, dudoso.
—¿No quieres saber la verdad?
—No —respondió sin pensarlo—. Si la verdad es sucia y miserable, ¿para qué habría de saberla?
Enzo comprendió: estaba huyend