Capítulo 1242
—¿Qué pasa? —Jael miró a Alejandro y después a Salva—. Con Ale ya entendemos… ¿y tú?

—Por la pinta —dijo Jacobo—, no estás mucho mejor que él.

Alejandro vació de un trago el whisky, ladeó la cabeza hacia Salvador.

—¿Y a ti qué te pasa? —Era raro verlo ahí; últimamente vivía pegado a Martina. Siempre que lo buscaban, “ocupado”.

—Tch. —Salvador bufó, duro—. A las mujeres no hay que malacostumbrarlas. ¿Quién acompaña a alguien todos los días?

Alejandro soltó una risa corta.

—No es que tú no la acompañes. Es que ella no te deja.

—Claro, tú lo sabes todo —Salvador le lanzó una mirada.

—No lo sé todo —Alejandro no se enganchó—. Pero desde el principio no lo vi claro. Y no hablo por ser la hermana de Luciana. —Se inclinó hacia él—. El motivo por el que te fijaste en ella no es limpio. Que se torciera era lo natural.

—¿Es mi culpa, entonces? —Salvador curvó la boca, amargo.

—No te culpo —Alejandro suspiró—. Lo tuyo es que no sueltas el pasado; es asunto tuyo. Pero Martina no tiene la culpa. Ar
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