Capítulo 1185
Al ver a don Miguel, Alejandro fue directo:

—Abuelo, vino Hernán. ¿Qué dijo?

Don Miguel no le ocultó nada. Lo miró con sorna leve.

—Todavía traes lo tuyo: la muchacha no te olvida.

—¿Juana?

—Ajá —asintió; la sonrisa se le apagó un poco—. Hernán casi dice, sin rodeos, que quiere una alianza entre familias.

Aliarse por matrimonio no tenía nada de raro en su círculo; se buscaba lo “conveniente”.

Pero Alejandro no quería. Si lo hubiera querido, no habría seguido solo. Incluso antes de Luciana, jamás había pensado intercambiar su matrimonio por nada. Y con el peso de los Guzmán, no lo necesitaban.

—Abuelo… —se preocupó—. No habrás aceptado, ¿verdad? ¿Ni les diste alas?

—No —negó don Miguel. Conocía demasiado bien a su nieto.

—Pero… —añadió, con cierta nostalgia—. ¿Ni siquiera lo contemplas? Una alianza no te exige sacrificarte.

Si se era exacto, los Díaz incluso podían estar “subiendo”, pero también podían aportar. A fin de cuentas, una alianza es sumar fuerzas.

—Uno más uno a veces da más
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