Capítulo 1132
El grito de Luciana retumbó en el vestíbulo.

—¡Oh! —La niña frenó de golpe, quedó frente a Alejandro y examinó su pierna izquierda… luego la derecha.

Confundida, alzó la carita:

—Mamá, ¿cuál piernita se lastimó el tío?

—La izquierda, amor.

—¡Ah! —asintió; volvió a Alejandro, todavía perpleja—. Tío, ¿cuál piernita se lastimó?

No distinguía izquierda de derecha.

—Ésta de aquí. —Alejandro sonrió y palmoteó su muslo izquierdo.

—Ya entendí.

En vez de alejarse, Alba se acercó y apoyó la mano con sumo cuidado.

—Yo la toco despacito. Así ya no duele y sanas rápido.

Al hombre se le aguaron los ojos: ¿cómo no adorar a un angelito así?

—Mi niña… —inclinó el torso para abrazarla.

—¡Alto! —Luciana interceptó el movimiento y lo fulminó con la mirada—. Aguanta tantito: cuando esa pierna responda podrás cargarla todo lo que quieras.

Después acarició la cabeza de la niña:

—El tío te extraña; tómale la mano y dale mucho cariño.

—¡Claro! —Alba alargó la manita—. Tío, yo te cuido.

—¡Claro! —repitió Alejan
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