Capítulo 1074
Ah, cierto: ante mamá no podía decir “papá”.

—El tío me tomó la mano y me fue guiando.

—¿Y le diste las gracias a él?

—¡Claro! ¡El tío es genial!

Luciana sintió un nudo en el pecho.

Llevaban poco tiempo en la villa Trébol, pero era evidente lo mucho que Alejandro quería a Alba.

Algunos nacen con madera de padre; él era de esos.

Patricia se asomó.—Señor Guzmán, doctora Herrera, la cena está lista. ¿Les parece?

—Perfecto.

—¡A comer! —Alba dejó el cuaderno y tiró de Alejandro—. Tío, a lavarnos las manos; ven conmigo.

La pequeña sabía que él no podía alzarla por la herida, así que solo le tomó la mano, muy seria y cuidadosa.

—Vamos.

Al verlos alejarse, Luciana sintió que la pena le pesaba más: si algún día se separaban, ¿lloraría Alba? Llorar, seguro; la duda era si ella lograría consolarla.

***

Luciana pasó por la casa familiar de los Herrera. Hacía poco que la había recuperado; sus dos departamentos ya estaban alquilados y la mansión, recién mantenida. Mudarse allí no requeriría gran esf
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