Capítulo 1073
En la villa Trébol.

—¡Hum!

Alba, furiosa, alzó su mano regordeta y tiró el lápiz.

—¡No escribo más!

Elena se apresuró a recogerlo.—¿Por qué, mi amor? A ver, déjame ver…

Uf, la verdad era ilegible. ¿Cómo consolarla?

En eso, Alejandro bajó las escaleras.

Alba, molesta, no corrió a sus brazos como de costumbre.

—¿Qué pasa aquí?

Se sentó a su lado; por la sutura reciente no pudo alzarla.

—¿Nuestra princesa está enojada?

—Hum.

Alba frunció los labios; de pronto la invadió la frustración: los ojazos se pusieron rojos y las lágrimas empezaron a caer en cascada.

—¡Escribo horrible, soy una tonta! ¡Buaaa!

Cuanto más lo decía, más se acongojaba, y acabó llorando a pleno pulmón, con la carita al cielo.

—No llores.

Alejandro no soportaba ver a la peque hecha un mar de lágrimas.

Era curioso: no llevaba su sangre, y aun así, en cuanto ella lloraba, sentía que el corazón se le retorcía.

Abrió los brazos. —Ven, al abrazo de papá.

—¡Papá!

Con Luciana fuera de casa, padre e hija se daban ciertas licenci
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