La imagen resultaba tan clara que Diego no pudo evitar reír.
—Has planeado todo, ¿ya se lo comentaste a Luciana?
—¿Eh? —Victoria parpadeó—. Todavía no.
—¿Cómo? —Diego se quedó pasmado—. ¿Entonces todo esto es pura suposición tuya?
Ella lo fulminó con la mirada.
—¿Cómo que “pura suposición”? ¿No ves lo pendiente que está Luciana de Fernando?
—Sí, pero…
—¡Pero nada! —lo cortó—. ¡Fernando está así por salvarla! Un joven lleno de futuro, tres años postrado en la cama… y todo por ella.
La emoción le trabó la garganta.
—Ey, no te pongas triste —intentó calmarla Diego—. Solo temo que ella se niegue y te lleves una decepción.
—¿Cómo va a negarse? —exclamó Victoria, indignada—. Si Fernando terminó así por ella y aun así lo rechaza… ¡no tendría corazón!
La ansiedad le crispó el pecho y comenzó a jadear.
—Tranquila —Diego la sostuvo—. Tienes razón: Luciana es buena; seguro que todo saldrá bien.
—¡Eso mismo!
Victoria, algo más calmada, le lanzó otra mirada de advertencia y farfulló:
—Si mi hijo qu