Mientras hablaba les fue mostrando. Les aplicó varias pruebas de reflejos.
—Ustedes entienden del tema; notarán que ha avanzado bastante.
Con una mano le abrió el párpado a Fernando y con la otra movía los dedos ante sus ojos.
—¡Miren!
Ambas vieron cómo la mirada de Fernando seguía el movimiento, aunque muy despacio.
—Je, je…
—La vista la controla el nervio óptico, parte del sistema nervioso central; es un progreso enorme —explicó el médico.
Eso significaba que Fernando probablemente oía y percibía estímulos: estaba muy cerca de despertar.
—¡Luciana! —Martina le apretó el brazo, feliz por Fernando y también por su amiga.
Luciana tenía los ojos húmedos. —Sí… es increíble.
—Quédense con él, háblenle mucho.
—Claro.
Cuando el médico salió, Martina y Luciana se acercaron a la cama.
—Fernando.
Martina alzó la barbilla del paciente. —Sabemos que escuchas, así que despierta ya. Dormiste tanto que temo que regreses medio tonto y solo te quede la cara bonita.
—Marti…
Martina soltó una carcajada.