Pero Mateo evitaba ver a cualquiera.
Javier bloqueaba la entrada y dijo cortésmente:
—Señorita Pérez, el señor Rodríguez está descansando. Dice que no se preocupe por él y que mejor regrese al set de filmación.
—No hay problema —respondió Camila—. Ya pedí permiso y el director lo aprobó. Puedo volver cuando le den el alta del hospital.
Javier se encontró en una situación incómoda y dijo con delicadeza:
—El señor Rodríguez necesita descansar.
Camila miró hacia la habitación y comprendió lo que realmente quería decir. Sin molestarse, añadió:
—Por favor, entrégale esto a Mateo. Voy a regresar un momento, y traeré la comida que prepare la señora.
—Muy bien, señorita Pérez.
Al recibir el documento y ver las grandes letras en él, Javier también se sorprendió.
Camila se despidió y se marchó.
—Camila, ¿por qué no entraste? Era una buena oportunidad —preguntó su asistente.
—No hay prisa —respondió Camila—. Habrá muchas oportunidades en el futuro. Primero volvamos a los Rodríguez.
Tenía asuntos