Irina inmediatamente se acurrucó en los brazos de Emanuel, necesitando consuelo.
Emanuel tomó su rostro y lo examinó cuidadosamente. Solo era un pequeño rasguño en la piel, nada que pudiera desfigurarla: —La herida es pequeña, no pasará nada. Irina, no llores delante de tanta gente.
—Abuelo —Irina sorbió por la nariz—: Tienes que hacer justicia por mí.
Antes de que Emanuel pudiera hablar, Jaime intervino: —Irina está lastimada. Desde pequeña, Emanuel nunca permitió que sufriera. Si alguien se atreve a maltratarla, ¡yo seré el primero en no dejarlo pasar!
Lucía miró a Jaime, un tipo corpulento. Si llegaba a usar la fuerza, ella sería como una hormiga.
Instintivamente se estremeció, pero Mateo le tomó la mano y miró fríamente a Jaime: —¿Crees acaso que Lucía no tiene a nadie que la respalde?
Lucía miró a Mateo, sorprendida. No importaba lo que dijeran de él, siempre había permanecido en silencio, sin rebatir una sola palabra.
Pero en cuanto alguien intentaba abusar de ella, era el primer