El nombre de Vicente endureció brevemente la mirada de Martina, pero enseguida negó con la cabeza. Cerró la laptop, tomó su bolso y se puso de pie:
—Vamos al Comedor 3; hoy toca costillitas en salsa y sólo las hacen de vez en cuando.
El platillo era famoso en la UCM, imposible resistirse.
—¡Hecho! —Luciana ya salivaba—. Con tal de probarlas, corro donde sea.
Caminaron juntas hacia la cafetería. A medio trayecto, la chispa curiosa de Luciana volvió a encenderse:
—Anda, cuéntame. ¿Quién te mandó las flores? ¿Algún investigador nuevo? ¿Un socio del proyecto?
—Nada de eso.
—¿Un paciente agradecido, entonces?
—Tampoco.
Luciana alzó las cejas, fascinada.
—¡No me dejes con la duda! ¿Lo conozco? ¿Tienes foto? A ver, suéltala —bromeó, estirándole la mano con una sonrisa pícara.
—No hay foto que valga. —Martina le apartó la mano, entre divertida y resignada—. Y sí, lo conoces. De hecho, tú eres más cercana a él que yo.
—¿Eh? —Luciana bebía agua y casi se atraganta—. ¿Alguien cercano a mí? —repit