Capítulo 972
Luciana chasqueó la lengua y le clavó un dedo en el pecho.

—No te hagas el loco; si alguien la hizo llorar fuiste tú, ¿o me equivoco, señor Guzmán? Dime que no fue por protegerme…

—Entre ella y yo no hay nada. —Antes de que siguiera “inventando”, Alejandro le tapó la boca con una mano—. Cuando mi estómago me jugaba malas pasadas, sí, la consulté un par de veces. Nada más.

Luciana se quedó callada. ¿De veras? Aun si era cierto, ¿qué ganaba él explicándole?

Pero Alejandro no había terminado:

—Y no sólo Rosa; con ninguna otra… —bajó la voz, pegado a su oído—. Estos años he estado solo.

Luciana soltó una risita seca:

—¿En serio? ¿Por qué tanto autoflagelo, Alex? No me digas que fue por mí; sería absurdo. En aquel entonces ni me querías tanto…

Alejandro inspiró hondo. Claro que la quería, pero ¿bastó? Si la hubiera amado lo suficiente, ¿la habría dejado ir tres años sin buscarla?

—No, no fue por ti —admitió con sinceridad—. Simplemente no apareció nadie que me moviera el piso.

No mentía. La
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