Capítulo 955
Luciana quiso responder, pero vio a Alba observándolos de reojo y se calló.

Tras el desayuno, salieron juntos: primero dejaron a Luciana en el hospital universitario, luego llevarían a Alba al kinder.

En el coche, la niña se acurrucó contra Alejandro.

—Tío… ¿tú quieres a mamá?

La pregunta lo tomó desprevenido: los niños captan más de lo que parece.

—Sí —admitió, algo tenso—. la quiero mucho.

Alba sonrió con picardía.

—Lo sabía.

Aliviado, él añadió:

—Y también te quiero a ti, Alba.

—Ya lo sé. —La niña se hinchó de orgullo—. No soy tonta.

Alejandro rió. Luego, curioso, preguntó:

—Si sabes que quiero a tu mamá… ¿crees que ella también me quiere?

La pregunta dejó a Alba con la boca abierta; sus ojos enormes parpadearon varias veces y terminó negando con honestidad:

—No sé… no lo veo.

—Vaya, descubres la mitad y la otra no —bromeó él, pellizcándole la naricita—. ¿Cómo no voy a saber yo si la quiero?

Alba le dio un golpecito alentador en el hombro, con aires de persona mayor.

—No te pongas t
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