Capítulo 811
Luisa parpadeó, algo confundida. Notaba su preocupación sincera y se sintió dichosa. Rápidamente negó con la cabeza.

—No, todo está bien.

Si Alejandro ignoraba por completo a Luciana, ¿por qué iba ella a inquietarse? Tal vez había sido demasiado impulsiva.

—Me alegra que no sea nada —respondió él, invitándola a sentarse en la mesa de cartas. De hecho, le cedió el lugar principal—. Esta noche tú juegas por mí.

Se llevó un momento los dedos a las sienes.

—Bebí un poco de vino y me duele la cabeza.

—¿Seguro que estás bien? —Luisa preguntó con preocupación—. ¿Quieres que te dé un masaje?

Levantó la mano con intención de ayudarlo, pero Alejandro la detuvo, manteniendo su sonrisa, casi como si la calmara.

—No hace falta. Solo ayúdame con el juego.

—Pero… —insistió Luisa con timidez—. No soy muy buena y seguro voy a perder.

—No te preocupes —contestó él, con un tono tan amable que la hizo sonreír—. ¿Crees que me importa perder? Diviértete. Si ganas, es tu mérito; si pierdes, corro por mi cuen
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