Capítulo 812
—Señor… —respondió Luciana, visiblemente incómoda—. Por favor, suelte mi brazo.

Aquel asunto prometía complicarse. Luciana pensó en usar el radiocomunicador que llevaba en la cintura para pedir ayuda al gerente, pero dudó. ¿Y si lo hacía y causaba un escándalo? Tal vez perdería la oportunidad de que el gerente le hiciera algún favor en el futuro. Incluso podría costarle el trabajo esa misma noche.

—Espera.

La voz de Alejandro irrumpió en medio de la pequeña trifulca. Luciana se quedó helada y levantó la mirada hacia él. Alejandro también la miró… o eso parecía, aunque su expresión resultaba indiferente, casi como si evaluara un simple objeto.

La gente en la sala guardó silencio. Alejandro observó a Luciana un par de segundos y luego se volvió hacia Luisa, preguntándole con toda tranquilidad:

—¿Tú crees que se parecen?

Los allí presentes no sabían a qué atenerse y optaron por guardar silencio.

—Yo digo que no se parecen en nada —declaró Alejandro, meneando la cabeza—. Ni los ojos, ni la
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