Pía siguió acercándose a mí, yo retrocedí un poco. Ella estaba loca, y yo ya estaba perdiendo la paciencia.
— Puedo ser igual de desvergonzada que ella, ¿eso es lo que te gusta? —me preguntó acercándose más.
— Vete de mi habitación —le dije.
Ella empezó a llorar más fuerte. Yo puse los ojos en blanco. ¿Cómo carajo me había aguantado a esta mujer por tanto tiempo?
— Ella no te conviene. Hasta tu mamá lo dice: ella no es adecuada para ti, yo sí lo soy. Puedo cambiarte como lo hizo Muriel —me dijo.
Me acerqué a ella, la agarré del brazo y la saqué de mi cuarto. Ella siguió llorando. Esta mujer estaba loca.
— Déjame mostrarte que puedo ser buena —me suplicó.
Pía empezó a quitarse la ropa, yo la detuve de inmediato.
— Casi mato a Nerea por tu culpa, ¿no te importa eso? Estás demente —le dije.
Ella abrió los ojos de par en par.
— ¿Y no está muerta? Tú dijiste que la habías matado. Por eso actúas así conmigo, ella es la culpable —me dijo.
Mi mandíbula terminó en el piso. Me acerqué a ella ot