Tenía que hablar bien con Muriel, ella no podía llevarse una mala impresión mía. Yo era un hombre culto, educado, bueno en la cama, sexy, millonario y un muy buen besador. Yo era casi perfecto. Le iba a demostrar que no iba a encontrar un mejor hombre en esta tierra.
La puerta del sauna se abrió y entró Vlad con su típica mala cara. Yo lo miré y respiré profundamente.
— Mikha, Salvatore quiere hablar contigo — me dijo.
¿Qué carajo quería Salvatore? ¿Y por qué tenía que venir a molestarme a estas horas?
— ¿Pero qué m****a quiere ese hombre? ¿Por qué no envía un mensaje como una persona normal? — me quejé.
Salí del sauna junto a Vlad. Salvatore estaba en el recibidor de mi casa. Él me miró y desvió la mirada inmediatamente.
— ¿Qué haces aquí? — Yo le pregunté mientras ponía mis manos en la cadera. Odiaba que interrumpieran mi momento de relajación. Él me miró muy mal.
— Uno de mis socios te quiere conocer. Sería un buen negocio hacer trato con ese hombre — me comentó.
Salvatore p